"Porque me dio la gana" Tributo a Isaac Díaz Pardo
En una de sus últimas apariciones públicas, con ocasión del reconocimiento como Doctor Honoris Causa por la Universidad de A Coruña, la presentadora del acto le preguntó a Isaac por las razones de su conocida renuncia a la pintura y la consiguiente apuesta personal por la dimensión social del diseño. Su respuesta fue: "Porque me dió la gana". En esa contestación se encierra sin duda parte de su inmensa contribución a nuestro país.
Claro está que detrás de esta decisión hay mucho de reflexión lúcida, responsabilidad, compromiso social y renuncia personal a las bondades vitales que su vida como artista plástico parecían ofrecerle en aquel momento.
A través de las muchas entrevistas que se le han hecho en los últimos tiempos - nunca han sido suficientes - sabemos del tedio que a Isaac le provocaba verse como un pintor iluminado por la burguesía y las élites del momento. El abolengo familiar e intelectual de Isaac era radicalmente opuesto, y estaba profundamente enraizado en las ideas galleguistas y transformadoras - libertarias en su caso - de las Irmandades da Fala y del Seminario de Estudos Galegos.
Para los que ahora estamos habitualmente a pié de imprenta, presenciando con la misma fascinación de hace siglos como la tinta se imprime sobre el papel, imaginar a Isaac, aún joven, componiendo e ilustrando carteles del Estatuto del año 36, y al lado de hombres como su padre Camilo Díaz Baliño, Anxel Casal - paseados los dos - o Castelao, nos hace sentir nostalgia del país que pudo ser y que no dejaron - ilegítimamente - que fuese.
El quehacer de Isaac en el campo del diseño fue radicalmente visionario. Su labor como intelectual - hombre de ideas - y empresario ha sido, en justicia, reconocido y admirado. Por ello, cuando su obra adquiere connotaciones en verdad singulares, y con certeza modernas, es cuando se analizan sus ideas sobre el diseño y se comprueba la capacidad que atesoró para llevarlas a buen termino.
Desde una mirada más amplia, en tiempo y espacio, no limitado solo al contexto gallego, la creación del Laboratorio de Formas junto a Luís Seoane en el año 1963, y su consolidación posterior, supone, por varias razones, un hecho excepcional.
En unos años de absoluta y obligada autarquía intelectual, que tanto Isaac como Seoane asimilaran como hicieron las ideas transformadoras de las vanguardias de principios de siglo XX, resulta, cuando menos, sorprendente, y da buena cuenta de su compromiso con Galicia. La incorporación decidida de la dimensión social de la modernidad al ideario del Laboratorio de Formas - tal y como apuntaron en su Manifiesto - supone entroncar el conjunto de sus actividades en un linaje intelectual, en muchos aspectos de plena vigencia, que va desde las vanguardias rusas, pasando por la Bauhaus, hasta llegar a la Escuela de Ulm.
Si en el momento actual la teoría y la historiografía internacional del diseño está revisando y recuperando los postulados de la modernidad, después de unos años de ambigüedad formal posmoderna, con certeza que Isaac y Seoane merecen estar en un lugar destacado en las historias sobre el diseño que se estén escribiendo. La muy extensa producción de talleres, seminarios, cursos, conferencias y relatorios recogidos en los cuadernos del Laboratorio de Formas, conforma, sin duda, el mejor crédito posible.
El cuaderno del seminario de estudios cerámicos de Sargadelos, escrito por Isaac en 1976 con el título "Contribución de urgencia al entendimiento de los problemas arte/industria" debería ser, aún hoy, de lectura obligada en todas las escuelas de diseño y arquitectura, gallegas, y no sólo.
En el Manifiesto del Laboratorio de Formas, Isaac y Seoane, también anticipan y exponen la necesidad de resolver, desde Galicia, algo que cincuenta años después sigue ocupando muchos de los debates actuales sobre diseño: si el destino de la humanidad es unívocamente global, de qué manera podemos seguir comunicándonos sin perder "los signos de nuestro sistema propio de expresión". De este modo nítido afirmaron que el lenguaje de formas heredadas de un territorio (artísticas, visuales, artesanales o industriales) es un código de comunicación y entendimiento entre personas al mismo nivel que el habla o la escritura, y como su pérdida, promovida por los intereses impuestos del consumo obsolescente, non inhabilita para poder tener una voz propia y original.
La actividad de Isaac, como empresario en Sargadelos y en Cerámicas do Castro, al frente del Seminario de Sargadelos, de Edicións do Castro, del Laboratorio de Formas, del Museo Carlos Maside o del Instituto Galego da Información, es también una celebración feliz del valor de lo colectivo, un relato sobre la esperanza y sobre la posibilidad de transformación de la realidad por medio de la acción, además de una puesta en valor, y una demostración vital, de la confianza en las capacidades del grupo y de la reunión de los "buenos y generosos".
Y, sobre todas las cosas, quiza el valor del trabajo de Isaac Díaz Pardo, maestro para todos os que diseñamos, resida, y más en el momento actual, en la voluntad de hacer, de hacer bien, "porque me dio la gana". Y quiso, y lo hizo.
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Galicia, 5 de enero de 2012